Aranjuez (Madrid)
Me olvidé de quién soy y ellas me lo recordaron. Pareciera que cuando encontramos los zapatos adecuados, éstos nos van a acompañar siempre.
Posiblemente, sean nuestra huella más vívida. Pisamos nuestros pensamientos en el interior de sus suelas.
Pero los mismos zapatos se cansan antes de lo que pensábamos. Su piel, como un frío lienzo, ya no pisa, aunque guarda, como si de un diario íntimo se tratara, nuestras deformidades, nuestros deseos, nuestros vicios...si se lo llevan otros pies es como si desgastaran las ideas alborotadas del interior de nuestra cabeza.
Cada sutura en la dermis de la vieja bota, es una herida que se volverá a abrir".
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